viernes, 18 de noviembre de 2016


Su piel derrite el hielo de la soledad. Sus labios van degustando
el placer más perverso de todos, la húmeda carne se abre ante la embestida
feroz de su amante, que impiadosamente arremete una y otra vez.
Sus manos sujetan con fuerzas las sábanas, mientras sus voluptuosos
pechos acumulan el sudoroso y dulce  olor del amor.
Todo surge de apoco, sus ropas caen lentamente, sus rostros se
funden entre sí... Las caricias van desnudando las almas, destellos
se desprenden de sus cuerpos, como fugaces lágrimas del tiempo...

JUAN ARÉVALO.

miércoles, 27 de julio de 2016

-- Mis labios recorren tu cuerpo,mi aliento empaña
tus pechos...Amor, la muerte renace de tu vientre cada
vez que me hundo en él--
--Toma mi mano, besa mis labios, y deja que mi vientre
se apodere de ti una vez más...Seré tu guía, solo déjate llevar--

--Secretos que solo a ti te pertenecen...Mis manos deslizan suavemente su deseo por tu ser...Te entrego mi amor, en esta noche en que tu desnudez despierta en mi, el morboso deseo animal---

--Soberbia la noche, clava sus dagas en nosotros...Me aferro a tus cabellos mientras embisto una y otra vez...Tus labios muerden al silencio --

.

No hay palabras, los labios sangran el dolor del amor
tu cuerpo se deshace entre mis manos...
No hay piedad, me vuelvo dueño de tu ser.
El ritual de lo prohibido consume los aromas de tu piel...
Te vuelves mía, me vuelo tuyo .
Tu rostro se va metamorfoseando,ya no puedes detenerte
y hundes tus uñas en mi pecho, me dueles y te amo.

JUAN ARÉVALO

Llovía, la noche renacía
en pequeños retazos de estrellas
que destellaban de tus ojos...

Llovía , nadie nos vio
solo éramos tú  y yo...

JUAN ARÉVALO.
Una vez alcoholizada, la amarro a su cama.
Primeo sujeto sus manos a cada lado de
su cuerpo, un cordón apretaba sus muñecas al respaldar de madera.
Después siguió por sus piernas, hizo lo mismo
que con sus manos, solo que los tobillos eran sujetados 
por cadenas que venían debajo de la cama.
Todo estaba minuciosamente calculado.
Vendó los ojos de la joven con una tela negra que olía
a rosas recien cortadas.
Luego, muy lentamente, fue descubriéndola...
Su cuerpo era un fruto rojo, que se deshacía en los labios,
a medida que se iba degustando.
Siempre la amo, toda su vida deseo este momento.

--Eva, mi amor...Al fin estámos juntos--

La joven perdida en su embriaguez, no tenia reacción.
Primero, lamió sus pechos, su boca retenía el aliento,
sus dientes mordían suavemente aquellos erguidos pezones,




jueves, 14 de julio de 2016



LA OTRA ELLA Y YO

Caminaba por las calles, la noche era fría. Nada tenía en
mente. Las luces de las marquesinas vestían la apaciguada noche,
casi con melancolía.
Prendí un cigarrillo, metí una  mano en el bolsillo de mi viejo
gabán... Un maullido de gato se escuchó a lo lejos.
Mire la hora en el inmenso reloj de la catedral que está ubicada
en medio de la plaza central. Es una de las pocas catedrales originales
que aún queda en pie. El siglo IV  fue el apogeo del arte Bizantino , el
cual fue un verdadero arte del tallado y la escultura, lo amo...En fin.
Caminaba, sin rumbo, perdido en mi miserable vida. Todo iba ocurriendo
con calma, la noche , el silencio a veces interrumpido por un rodar de auto,
o alguna risa de algún borracho saliendo de un bar...Después nuevamente el silencio.
Me detuve en un cruce, el semaforo estaba en rojo .Un colectivo, traspaso
tristemente el silencio y se perdió a lo lejos.
Cuando estoy por cruzar la calle, algo llamó mi atención. A metros, una mujer
fumaba bajo de una tenue luz de una farola.
Su cigarrillo se encendía en cada pitada, como  una pequeña luciernaga perdida
en un gran laberinto.
Mi curiosidad pudo más y lentamente me fui aproximando hacia ella.
A medida que me acercaba, mi cuerpo sentía una extraña sensación, una
especie de dejavu . Algo había en el aire, un olor extraño pero familiar
al mismo tiempo, que me iba sometiendo a su capricho.
La mujer, vestía una pequeña falda, una remera blanca con gran escote.
Usaba zapatos de gran plataforma que la hacía ver aún más alta de lo que
verdaderamente era. Sus cabellos rubios le llegaban al hombro y caían por
el , (cómo caen las cascadas de aguas, cristalinas y puras, en medio de la nada,
en medio del silencio de un edén nunca antes explorado ) hasta llegar a sus
caderas. Unos grande aretes prendían de sus oídos y se balanceaban lentamente
 como sutiles hojas de árboles en un otoño muerto.
Su rostro. Su rostro tenía el llanto escondido y el miedo de lo prohibido.
Su belleza estaba oculta detrás de un duro caparazón de maquillaje ( A veces, usamos
máscaras para pasar desapercibidos, ante ellos, ante los que juzgan sin razón ).

-- ¡ Hola, buenas noche !-- Dije mirándola a los ojos .El humo de mi aliento recorrió
el hierro oxidado que sostenía la farola fundiéndose en la tenue y blanca luz .

Me miró,algo sobresaltada, ( Como si me conociera de antes ) exhaló el  humo del
cigarrillo , miró la colilla y la dejó caer . El cuerpo amarillento golpeó el piso y desangró
un último destello de vida, después la noche.

-- ¡ Hola !...¿ Buscas diversión ?. ¡ Buenas noches...Sí, buenas ...! ---

Un suave viento rozó sus mejillas. La fragilidad a flor de piel.

-- La verdad , solo paseaba. Pero --

--¿ Pero ? . Cariño , no me hagas perder el tiempo...¡ Sí !--

Su mirada golpeó débilmente mis ojos y una pequeña sonrisa dibujó  sus labios.

-- Bueno, entonces ...¿ A dónde vamos ?. ¡Me imagino no lo haremos acá ! ¿ O sí ?--

-- Cariño, ¿Cómo te llamas ?--

-- Luis , pero mis amigos me dicen ...--

-- Cariño, no quiero saber tu sobrenombre...¿Ahora, sabes que mi tiempo tiene precio ?--

--No me subestimes... ¿ Entonces a dónde vamos ?--

Tomo mis manos y nos alejamos de aquel lugar. Caminamos por unos minutos, sin
decir una palabra. Yo pensaba en ella, la otra, la que amaba y ella...Bueno, ella tenía
el dolor de la última copa de vino dibujado en su rostro.
De repente se detuvo. Un angosto pasillo dejaba paso a una puerta en medio de otras dos.

-- ¿ Entramos ?--

Titubee por unos segundos. La calle estaba muerta. El olor del silencio me acobardó
por un momento. Una sirena de ambulancia rompió la paz .Un perro flaco y hambriento
cruzaba la calle...

-- Entremos. ¿Perdón, no sé aún tu nombre ? --

-- Cariño, mi nombre no importa. Por favor ,no te enamores...--

Esa última frase, se hundió en mi pecho , un surco abrió mi carne y el dolor
del olvido me apuñaló impiadosamente.

--Amor, no vine a enamorarme, solo paseaba ---

-- Jjajaaa...Cariño, la vida es un paseo. Paciemos entonces--

 Cruzamos el pasillo....Ella , me debía estar esperando. Seguro, ya se había bañado
y terminado de hacer la cena. Después se sentaría al frente del hogar ...

Una vez adentro, el juego dio comienzo. El ritual de la carne doblego mis pensamientos.
Era infiel, yo le era infiel y me dolía y me atormentaba. Pero el tormento me excitaba y
la culpa se volvió un deseo feroz.

Se desnudó y en su desnudez la vida parecía menos dolorosa.

Abrace su cuerpo, bese su cuello, lamí sus orejas y baje a sus pechos.
Ella , cerró sus ojos y se dejó llevar .
Su piel, suave y perfumada me enveneba , me iba matando de apoco. Sus manos acariciaban
mi espalda, por momentos sus uñas rasgaban mi piel..
Recorrí todo su cuerpo, ame cada lunar, cada centímetro de su ser.
Robe sus murmullos y recogi su nectar en mis labios.
 Los minutos pasaban. La circulación sanguínea, aumentaba su ritmo. Se hincharon las
venas y el vaivén de nuestros vientres encendieron la noche.
De pronto una explosión de gemidos, el sudor corriendo por los cuerpos, no había
razones, el instinto animal no sabe de racionalidad...
Su voz , un hilo de reproches, el egoísmo y la codicia se iban adueñando de nosotros.
Nos apresaban, nos condenaban a morir en el goce más hermoso.

Luego, cuando todo se aplaco y la calma volvió a reinar, nos volvimos humanos
nuevamente . Ella en mi pecho, yo mirando la nada...Ella, me estaba esperando.

Cuando salí de aquel pasillo, la culpa volvió a lastimarme. La miseria volvía a mi
cuerpo, de apco, en silencio...

Al llegar a casa, ella me esperaba, sentada frente al hogar. La llama se meneaba
de un lado a otro, pequeñas chispas salían escupidas , y con ellas la soledad de la
rutina.

-- Amor-- Dijo la mujer que amaba -- Esta noche, la he pasado bien --

-- Nunca la he pasado mejor--Respondí

-- Carino...Solo no te enamores de ella...Por favor guarda el auto. Lo he dejado en la vereda.
Mañana, a la noche lo volveré a manejar --

Mientras abría la puerta del auto, note sobre el asiento trasero unos zapatos negros
con una gran y dulce plataforma---

JUAN ARÉVALO.












miércoles, 27 de abril de 2016

EL REENCUENTRO
Se acerco a ella , y entre risas le dijo que la amaba. Le tomó la mano y en sus labios dejo la muestra de su amor. Luego de unos segundos la reconciliación estaba dada.Juntos se fueron a caminar, el aire fresco entibio la piel y en ella los deseo
se fueron encendiendo. A unas cuadras de ahí, los esperaba una habitación de un pequeño hotel alejado de la ciudad.
Al llegar a la habitación ambos se besaron y acariciaron en medio de un incipiente abismo de deseos. Sus labios se rozaban, se tentaban, se provocaban. La necesidad se apoderó de ellos. Los besos eran profundos y salvajes .Las caricias no se hicieron esperar. Él tocaba cada milímetro del cuerpo de ella, mientras se sus lenguas se entrelazaban en un beso infinito.
Con las piernas lo aprisionó, implorándole que le diera lo que ella necesitaba de él en su interior . No esperó mucho para sucumbir a los deseos de la mujer. Con la desesperación imperante, bajo sus braga y la toco en toda su extensión. Estaba húmeda para él
El olor que emanaba el vientre lo volvía una fiera que de apoco iba mostrando su verdadero ser...Su lengua se adueño de aquella fogosa parte de su amada que en gestos de placer acariciaba sutilmente los cabellos de él, que plácidamente jugaba en su vientre, una y otra vez lamía con esmero y codicia el clítoris que a esa altura ya había aumentado de tamaño considerablemente.
A medida que las horas pasaban , los cuerpos iban aumentando la intensidad de sus actos. Él en un instante de locura, tomo las piernas de ella y beso cada parte, hasta llegar a sus pies, en donde lamió uno a uno los dedos con uñas pintadas pintadas de su amor.
Ella gemía de placer. Le daba el éxtasis más perfecto. Ahora quería saborearlo a él, tenerlo en su boca.

-Ven -le dijo.- Te necesito conmigo.

Él no esperó, fue a su encuentro. Ella lo besó con pasión, sin pudor alguno. Fue bajando por su pecho, mordiendo cada parte, sus tetillas. El gemía de placer, su cuerpo se estremecía, al igual que el de ella.
Recorrerlo era excitante. Paso su lengua por su abdomen, sus labios. Era fuerte. Bajo más todavía por su pubis. La expectación de él y el deseo era incontenibles.
-Sí, preciosa. Me gusta- Exclamó él
Ella arremetió contra su hombría. La tomó entre su boca y empezó a la merlo suave, chuparlo de a poco, como su fuera su intimidad la que lo tuviera preso .
Ahh...Decía él ,quien cerrando los ojos exploraba las llamas del averno que allí mismo se estaba desatando y el cual los estaba consumiendo.
.
Ella lamia y mordía el miembro con fuerzas, luego lo besaba y lo sentía latir en su boca, en la profundidad de su boca....Sus dientes aferraban la carne que necesitada de saliva se iba agrandando cada vez más.
La mujer era buena en lo que hacía. Su amor por él le enseño a complacerlo . No hay inhibiciones cuando dos cuerpos que se aman se hacen el amor.
las llamas aumentaban, la piel sudaban deseos y él tomándola de los cabellos apretaba su vientre contra su boca, mientras ella lo miraba y en sus ojos el placer renacía en cada succión.
El disfrute era total. A él lo estaba volviendo loco. Ella sentía como su miembro se iba haciendo más grande, más duro. Sabia que estaba a punto de explotar para ella. Quería verlo, saborearlo. Pero su amante no tenia la misma idea
Salio de su boca, tomo sus caderas y la coloco en el sofá, mostrándole sus glúteos. El acariciaba, miraba, besaba y lamía.
Ella no iba a aguantar mucho más. Cuando un dedo entro en su interior, su orgasmo la hizo desplomarse en el instante.
El la tomo de las caderas, y entró, la penetro, como tanto ella había pedido. El grito de dolor y excitación lo hizo más loco.  Sus caderas empezaron a moverse como locas, el tiempo ya no existía , en sus venas la pasión vencía todo limite.
Entraba y salía, una y otra vez. Ella recuperada, se movía al ritmo de el, dándose placer.
De pronto, el la toma por el pelo, la penetro con más fuerza, golpeando bruscamente contra sus glúteos. Ella quiere quejarse del dolor, pero no puede. Es sabroso ese dolor, soportable y necesario. Ella era de él y podía hacer con ella lo que le placiera.
Abrió más las piernas para que el pudiera entrar a su gusto, aunque eso significa más profundidad. Eso era lo que necesitaba y él también

-Así, así, cariño. Ábrete para mí-- Decía el hombre bañado en sudor.

Escucharlo la volvía loca. Su cuerpo iba contra de él, invitándole a destrozarla y hacerla gozar.
Los gritos de ella eran música para él. En pocos minutos más, los dos llegan al clímax, ;se corren al mismo tiempo.
De ellas brotan jugos, testigos de su placer, mientras que se diluyen en la virilidad de él derramada en su explosión de placer.
ANA Y ARIEL. Todo pasó de repente. Ella sentada sobre él, subía y bajaba. 
Sus pechos rosaban los labios de su efímero amante, quien con su lengua lamía los pezones desesperadamente. Cada gemido que se desprendía de la boca de la mujer era un deseo vibrante. 
El tiempo se volvía una hoguera con leños que se consumían mutuamente. El sexo de Ana se abría una y otra vez, dando pasó al miembro de Ariel, que rígido, se dejaba absorber por la húmeda cavidad que se contraía , apretando aquel bulto entre sus labios carnosos e impiadosos. Ariel, en gesto furioso, toma los glúteos de ella, en un grito desata su furia en el interior de Ana, quien complacientemente se deja llevar por la espesa lava que dentro suyo se adueñaba de cada lugar de su vientre. JUAN ARÉVALO.

domingo, 17 de abril de 2016


Se desprendió de sus bragas con total tranquilidad
como siempre lo hacía. Miro los ojos de él que desnudo
la esperada entre las sábanas . Camino a su lado y entre
la tenue luz de la alcoba  dejó que él la amará, sin tiempo, sin límites...

JUAN ARÉVALO.